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Qué son los mantras (página 2)




Enviado por Yael Barcesat



Partes: 1, 2

Los chakras más importantes están
ubicados a lo largo de una nádí
coincidente con la médula espinal, denominada
sushumná nádí, y son siete. Cada
uno de ellos es de vital importancia para el funcionamiento
correcto de todos los mecanismos biológicos, y debe ser
activado para alcanzar la meta del
Yôga, el estado de
hiperconciencia denominado
samádhi[5]La forma antigua de
hacerlo es despertando una energía poderosa, adormecida en
la base de la columna en cada ser humano, denominada
kundaliní. Dicha energía es estimulada
mediante las técnicas
del Yôga e impulsada a ascender a través de la
nádí principal, sushumná;
a su paso va activando los chakras y atravesando ciertas
válvulas
de seguridad,
llamadas granthis, que impiden el retroceso una vez que
la kundaliní alcanzó un nivel determinado.
El estado de
megalucidez llamado samádhi se obtiene cuando la
energía ígnea kundaliní alcanza el
último chakra, el sahásrara,
ubicado en lo alto del cráneo.

Monografias.com

Gráfico extraído del libro
Chakras y kundaliní, de DeRose.

El alfabeto
dêvanágarí y su relación con el cuerpo
físico energético

Como vimos anteriormente, las nádís
(canales de bioenergía) forman vórtices de
energía, es decir que generan los centros de
fuerza
denominados chakras. De los seis primeros
chakras principales ubicados a lo largo de la
sushumná nádí (meridiano sutil
coincidente con la médula espinal) parten cincuenta
canales sutiles menores, y cada uno de ellos emite un sonido
característico producido por la circulación de la
bioenergía a través de su "cuenca" (tal como el
aire produce una
vibración sonora –audible o no– al circular a
través de una flauta). Según la tradición,
estos sonidos sutiles (llamados sabda) dieron origen a
las cincuenta letras del sánscrito (manifestación
burda o vaikharí[6]del
sabda interior). El sánscrito es una lengua muerta
de la India antigua
en la cual se vocalizan los mantras usados en
Yôga. El alfabeto original de esa lengua es el
dêvanágarí, que se traduce como
"escritura de
los dioses"[7].

En las representaciones simbólicas de los
chakras, cada centro es representado como una flor de
loto con un número de pétalos que corresponde al
número de nádís que atraviesan ese
determinado chakra. En cada pétalo aparece
trazado el carácter en
dêvanágarí que designa el sonido
producido por ese torrente de energía circulante. En el
centro del chakra se encuentra una letra mayor, que
representa el sonido resultante de la interacción de todas las
nádís menores que confluyen en ese centro
de fuerza. A ese sonido (que siempre tiene bindu, o sea,
nasalización[8]se lo llama
bíjá mantra[9]o sonido
semilla del chakra.

El último de los siete chakras principales, el
sahásrara, tiene propiedades y
características tan diferentes de los demás que en
muchos textos ni siquiera es considerado como un chakra.
Simbólicamente, se lo llama el loto de los mil
pétalos
, es decir que de él surgen "mil
nádís", lo que equivale a decir
incontables meridianos de energía.

Tipos de
mantra

Kirtan, de efecto extroversor

Kirtan significa "cántico".
Kirtan es el mantra que posee

varias notas musicales, varias palabras y tiene
traducción.

Kirtan es un mantra
extroversor, de actuación más

psicológica que fisiológica y es
menos poderoso que el japa.

Texto extraído del capítulo
Mantra del libro Yôga Avanzado, de
DeRose.

Los kirtans, mantras de tipo extroversor,
desarrollan tres aspectos fundamentales para el practicante de
Yôga, a quien de aquí en adelante llamaremos
yôgin. El primero de ellos es la
extroversión, la capacidad de relacionarse con
soltura, de comunicarse. De hecho es importante explorar a fondo
esa capacidad, ya que la práctica diligente de
SwáSthya, el Yôga Antiguo, desenvuelve notablemente
la concentración y el autoconocimiento; se hace necesario
por lo tanto balancear esa tendencia con el trabajo
sobre la extroversión, y una de las principales formas de
adquirir o perfeccionar esa cualidad es a través de la
vocalización de kirtans. Este efecto se potencia si los
mantras se vocalizan en grupo, lo que
usualmente se da en reuniones especiales denominadas sat
sangas
y en prácticas como los sat
chakras
[10]Como Ricardo Melo y caio Melo
afirman en su libro O poder do
mantra
, [.]El kirtan, con su actuación
más psicológica, podrá ser usado
también para la canalización de las emociones y
estímulo de santôsha (contentamiento, uno de los
preceptos éticos del Yôga).

Otro campo de acción
de los kirtans es el desarrollo de
la fidelidad, principalmente mediante el ejercicio en el
que quien dirige los mantras vocaliza una vez solo y en
la siguiente vuelta los asistentes se suman. En esta modalidad,
el instructor da comienzo a la vocalización y el alumno
reproduce enseguida, procurando hacerlo de manera impecable en
términos de pronunciación del sánscrito,
melodía y ritmo. Así, entrena la capacidad de
repetir sin alterar el mantra, sin suprimir ni agregar
nada. Si bien en la práctica del Método
DeRose optamos la mayoría de las veces por vocalizar todos
juntos, instructor y alumnos, creando de esa forma un continuo
crescendo, el sistema descrito
anteriormente puede ser utilizado para enseñar al grupo un
kirtan por primera vez, o incluso como ejercicio
específico de desarrollo de la
fidelidad[11]

La tercera consecuencia de la vocalización de
kirtans es la ecualización cuando se usan
en sat chakras[12]Producen contagio. Se
difunde la alegría entre los menos entusiastas y se
aquietan los más eufóricos.

Durante la vocalización de kirtans es habitual
que se dé una aceleración de la velocidad del
mantra, acompañada de un crescendo del
bháva (sentimiento)[13] y de la
extroversión generalizada.

Los kirtans permiten al practicante establecer una
profunda conexión con el inconsciente colectivo, al que
podemos definir como la sumatoria de las experiencias vividas
y sufridas por todas las personas desde el origen de la
Humanidad
[14]y que constituye una suerte de
archivo de
todo el
conocimiento humano, en el cual se encuentra también
el Yôga. Los kirtans de nuestra tradición
funcionan como claves de acceso para penetrar en el sector del
inconsciente colectivo que corresponde a esta filosofía. Una metáfora para
ilustrar esta conexión es la de un aparato de radio que capta
múltiples longitudes de onda; al mover el dial (lo que
equivaldría a modificar las técnicas que
utilizamos) sintoniza con tal o cual emisora, lo que permite al
oyente captar música
clásica, jazz, rock o entrevistas.
En nuestro caso, sintonizamos con el Yôga Antiguo a
través de la vocalización de kirtans de
nuestro linaje[15]asociados con los
pújás, mudrás y otras
técnicas coherentes con él.

Después de una práctica intensa de
kirtan, con mucho bháva, tiene lugar una
saturación de ese estado de extroversión, y la
conciencia busca
el reposo en la concentración y el foco. Mediante los
kirtans se exploran la
comunicación, la alegría, la atención dinámica; para balancear ese estado se
realiza a continuación el japa.

Japa, de efecto introversor

Japa significa "repetición". El
japa ideal tiene una sola nota musical,

una sola palabra, una sola sílaba y, de
preferencia, no tiene traducción.

Japa es mantra introversor, de
actuación más fisiológica que
psicológica,

y es mucho más fuerte que el
kirtan.

Texto extraído del capítulo
Mantra del libro Yôga Avanzado, de
DeRose.

Japa es "la gota de agua que
horada la piedra". No es casual que en la práctica
básica de Yôga Antiguo, japa esté
ubicado inmediatamente después de kirtan: el
objetivo es
compensar la extroversión mediante el desarrollo de la
introversión. Una sensación que puede equipararse a
la que sobreviene a la práctica diligente de japa
es lo que se experimenta al cabo de un tiempo de
nadar ininterrumpidamente: ya no hay esfuerzo muscular en el
movimiento, se
ingresa en un automatismo agradable y a la vez pleno de
conciencia, como si por el hecho de rodearnos de ese telón
sonoro consiguiéramos entrar en contacto con lo que
está en las profundidades. La conciencia aumenta su poder
de foco; por eso la práctica de japa es muy
apropiada para profundizar la concentración con miras a
alcanzar la intuición lineal (ver nota al pie de la
página 11).

Por estar generalmente compuestos de una sola sílaba,
los japas tienen gran poder de enfocar la conciencia, ya
que la repetición rápida de un mantra
corto permite que en el mismo lapso se vocalice más
cantidad de veces un japa que un kirtan.

Sin embargo, también existe la posibilidad de vocalizar
kirtan en forma de japa. Consiste en repetir a
la máxima velocidad el mantra, sin melodía
y sin ritmo, preferentemente en voz baja, o mejor aun,
mentalmente.

Si cuesta hacerse una idea del efecto que tienen los
japas y de lo agradable que puede ser la experiencia de
vocalizarlos, se puede evocar esa época de la infancia en
que las palabras eran para nosotros una materia nueva
y pronta a ser explorada; en momentos de ocio tomábamos
esa materia sonora desconocida y la repetíamos
incansablemente como para encontrar su esencia profunda, para
degustar su sentido que se nos escurría entre los dedos
hasta el momento en que quedaba simplemente el sonido puro, sin
significado alguno. No podemos llamar japa a ese intento
espontáneo, inconsciente, que llevamos a cabo en la
niñez; sí al rescate voluntario de esa
práctica con miras al autoconocimiento.

Japamálá, el contador de
japa

Japamálá significa
cordón (málá) de japa
(repetición). El japamálá es un
cordón con 108 cuentas de
rudráksha[16]o de alguna otra
semilla india que tenga propiedades semejantes.[.]Es utilizado
como un minutero, un timer, para contar el número
de repeticiones del mantra sin perderse.

Texto extraído del capítulo
Mantra del libro Yôga Avanzado, de
DeRose.

Se trata de una herramienta para llevar la cuenta de la
cantidad de mantras vocalizados en una práctica.
Para ello tiene un nudo o un penacho de algodón, destinado a "avisar" al
practicante cuando concluye la vuelta.

Además de usarse para contar, el
japamálá tiene la función de
fusible, ya que suele romperse si la tensión aumenta (ya
sea por un incremento en los niveles de energía del
practicante o por alguna circunstancia externa). Para que cumpla
este objetivo, debe ser hilvanado por el yôgin que
va a utilizarlo, según el procedimiento que
se transmite por vía oral, y consagrado mediante 108
vueltas de vocalización de japa
ÔM[17](cada vuelta es de 108 repeticiones,
es decir que serían 108 x 108 veces ÔM).

La evolución gradual del yôgin
hará que circule más energía a través
del málá, volviendo necesaria la
utilización de un fusible más fuerte, o sea, un
hilo más grueso. Para evitar que las cuentas salgan
despedidas en todas direcciones en caso de ruptura del hilo, al
hilvanarlas se hace un nudo antes y después de cada una de
ellas.

Los dedos pulgar y medio son los indicados para hacer correr
las cuentas del japamálá. La otra mano no
debe realizar ningún
mudrá[18]a fin de no descompensar
la circulación de la bioenergía en el cuerpo.

Vaikharí, el mantra
vocalizado

Vaikharí mantra son los mantras
pronunciados en voz alta, ya sean de tipo kirtan
(extroversores) o japa (introversores). Durante un
tiempo considerable, ésta será la forma utilizada
prioritariamente durante las clases, hasta que el alumno aprenda
la pronunciación del sánscrito con la
corrección de su instructor. Por otro lado, la
pronunciación en voz alta del mantra es de
fundamental importancia para que el iniciante pueda desarrollar
concentración en la técnica. El propio sonido que
llega a sus oídos es un estímulo más para
que mantenga el foco.

Manasika, el mantra mentalizado

Manasika es la denominación de los
mantras mentalizados. En este caso no se pronuncia
ningún sonido. La emisión no es de ondas que se
propagan a través del aire, sino de ondas mentales, de una
sutileza mucho mayor. Por ser más sutil, esta forma de
vocalización es más profunda que la anterior y
también más difícil para el iniciante.
Requiere un poder de concentración bastante desarrollado.
Por otro lado, la discreción de esta técnica
permite practicarla durante períodos más extensos,
en cualquier momento y en presencia de quienquiera que sea, en
forma totalmente imperceptible. Luego de un tiempo de
práctica se adquiere la capacidad de acompañar
cualquier tarea con la mentalización de mantras,
lo que influye directamente en el estado emocional del
practicante. Otra aptitud que desarrolla la práctica de
manasika mantra es la disociación de
actividades.

Más allá de lo antedicho con respecto a
manasika mantra, cuando abordamos este tema se abre ante
nosotros el vasto dominio de
manas kriyá, la mentalización. Los
pensamientos tienen el poder de construirnos, o lo contrario, de
acuerdo con su naturaleza. El
SwáSthya Yôga permite reeducar el plano mental para
que el practicante pueda moldear los acontecimientos futuros
según su deseo consciente. Todo aquello que llevamos a
cabo en el plano material tiene su origen en nuestro pensamiento.
Los planos de una casa preceden con mucho a su concreción
arquitectónica; esos diseños preliminares
corresponden al pensamiento, que al ser consciente se denomina
manas kriyá.

Mentalizar puede ser sinónimo de imaginar, no obstante
sea una imaginación conducida por la volición. Sin
embargo, la propia palabra imaginación nos limita
en un sentido: nos remite a imagen, cuando en realidad
todos los sentidos
intervienen en la mentalización que realiza el
yôgin. Volviendo a las vibraciones, la
mentalización verbal es un terreno de acción
fundamental para propiciar la autosuperación en cualquier
nivel. Las construcciones verbales positivas, sutiles (que la
lógica
no rechace[19]nos aproximan a nuestras metas.
Más allá del valor
mántrico objetivo de las palabras de nuestra lengua
materna, lo que se aprovecha en la mentalización
verbal es su poder subjetivo evocador, íntimamente ligado
a la experiencia individual del practicante. Esto obviamente
requiere un gran empeño de autoobservación.

Un poder que desarrolla la mentalización de
mantras es el de alterar positivamente la
atmósfera circundante. Al percibir una atmósfera
enrarecida, ya sea física (por ejemplo,
por falta de aire fresco en el ambiente) o
emocionalmente (como cuando dos personas acaban de discutir y
queda esa tensión suspendida en el lugar), está en
nuestras manos transformarla positivamente. Ya que somos
yôgins (o estamos en vías de serlo) y
nuestros chakras están siendo estimulados a
esparcir prána en derredor, distribuyendo esa
energía por fuerza centrífuga, basta hacer una
inspiración profunda y exhalar proyectando en el espacio
que nos rodea lo mejor de nosotros mismos, mentalizando todos
aquellos elementos de que esa atmósfera carece: vitalidad,
alegría, belleza, fuerza. Luego de ese primer instante
consolidaremos el cambio de
vibración a través de un kirtan, un
mantra extroversor que mentalizaremos con constancia e
independientemente de las demás actividades que estemos
realizando. Aquí cabe la pregunta: ¿es el ambiente
lo que modificamos o nuestra percepción
de él? La respuesta es otra pregunta: ¿acaso hay
alguna diferencia?

La verdad es aquella de la cual tenemos
conciencia
.DeRose

La materia prima
de los mantras

Además de encuadrarse en los tipos anteriormente
citados, para que un mantra sea considerado como tal
debe contener los dos elementos básicos que se detallan a
continuación.

Kriyá, la actividad de emisión del
sonido

Kriyá significa actividad. En el caso
de los mantras, el término se refiere a la
actividad de emisión del sonido: en vaikharí
mantra
, pronunciado, se hace vibrar el aire, mientras que en
manasika mantra, mental, se hace vibrar el
pensamiento.

Bháva, el sentimiento que confiere
fuerza

Éste es, probablemente, el ingrediente más
importante de cualquier técnica en el contexto del
SwáSthya Yôga. Significa sentimiento, conducta,
amor,
inclinación de la mente. Con respecto a los
mantras, su relevancia es aun mayor por el hecho de
tratarse de un conjunto de técnicas (en especial los
kirtans) que involucran el plano emocional y lo vuelven
más consciente.

Hay un componente emocional en el bháva, y sin
embargo su dominio trasciende dicho plano. El concepto de
bháva está relacionado con la disciplina en
los Yôgas
tántricos, ya que éstos cultivan la
desrepresión, y se hace necesaria una herramienta que
permita desarrollar abhyása, la práctica
diligente, disciplinada, diaria, que termina por disolver todos
los obstáculos. Ese instrumento disciplinador es el
bháva. Si su terreno fuera simplemente el
emocional, cualquier veleidad de ese plano tan inestable
afectaría la disciplina.

Pero el bháva trasciende los límites
del emocional hacia el mental y aun más allá, por
lo que muchas veces un yôgin de línea
tántrica logra realizar su práctica diaria, su
sádhana, independientemente de su estado
emocional y sin generar represión. El
bháva es su aliado, es la conciencia cristalina
que revela a la vez la importancia de la tarea y el placer
intrínseco de estar física, mental y emocionalmente
presente al llevarla a cabo.

 

 

 

 

Autor:

Yael Barcesat

[1] Yôga Avanzado, DeRose.

[2] Como excepción podemos encontrar
en la India mantras vocalizados en hindi, lengua
neo-sánscrita que se habla actualmente.

[3] Ver capítulo El cuerpo
físico energético, más adelante. Para
más información sobre los distintos cuerpos
del hombre,
remitimos al lector al libro Tratado de Yôga, de DeRose,
capítulo Corpos do homem e planos do universo.

[4] Definición extraída del
libro Yôga Avanzado, de DeRose.

[5] Remitimos al lector a la obra de DeRose,
Chakras y kundaliní.

[6] Vaikharí es la denominación
para los mantras que se pronuncian en forma audible. El
término proviene de la raíz sánscrita vak,
que significa "hablar, proferir".

[7] Es importante aclarar que el
SwáSthya, Yôga Antiguo, no contiene ningún
misticismo ni es espiritualista. Es un Yôga surgido antes
de la institucionalización de las religiones
en la India, en un contexto cultural totalmente
naturalista.

[8] Para más información sobre
bindu, ver capítulo El sonido y su fuerza.

[9] Para más información sobre
bíjá mantra, ver capítulo Vibración
por simpatía.

[10] Sat sanga designa un tipo de
reunión festiva, generalmente promovida para ejecutar
kirtans. El sat chakra constituye una práctica de
mentalización en círculo. Ver capítulos
Sat sanga y Sat chakra.

[11] Fidelidad es asimilar y reproducir lo
escuchado ajustándose el máximo posible a la
emisión original. No sólo en el caso de los
mantras, sino también en la narración de un hecho
o al retransmitir un mensaje, la fidelidad constituye una
virtud muy valorizada que proporciona credibilidad a quien la
desenvuelve.

[12] Ver capítulo Sat chakra.

[13] El desarrollo de este concepto se
encuentra más adelante, en el capítulo
Bháva, el sentimiento que confiere fuerza.

[14] Definición citada por
Sérgio Santos en su libro Pújá, a
força da gratidão. Santos es Maestro de
SwáSthya Yôga, también autor del libro
Yôga, Tantra e Sámkhya. Para más detalles,
ver capítulo Inconsciente colectivo, más
adelante.

[15] La palabra "linaje" se refiere en este
caso al fundamento teórico y comportamental del tipo de
Yôga en cuestión. El SwáSthya asienta sus
bases en la filosofía comportamental
Dakshinacharatántrika, lo cual lo hace matriarcal,
sensorial y desrepresor, y en la filosofía
teórica Niríshwarasámkhya, lo que lo
vuelve naturalista y exento de misticismo.

[16] Rudráksha significa
lágrimas de Shiva. Es el nombre de una semilla muy
reverenciada por los hindúes.

[17] Ver capítulo El mantra matriz.

[18] Gesto reflexológico,
simbólico y magnético hecho con las manos.
Constituye la primera parte o anga de la práctica
ortodoxa de SwáSthya Yôga. [.] El cuerpo
humano, como cualquier porción de materia
orgánica, posee un magnetismo y
polaridades. La energía fluye en cantidades y calidades
distintas por todo el organismo. Luego, no es de admirarse que
en sus extremidades -las manos-, al modificarse la
disposición, la postura, la orientación y la
combinación de los dedos, se manifiesten diferentes
reacciones electromagnéticas. DeRose, Tratado de
Yôga, capítulo Mudrá.

[19] Ver capítulo Programación para el éxito, del libro Tratado de Yôga,
de DeRose.

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